jueves, 13 de enero de 2011

Uperto va de cuerpo

o 'Mensajes de mierda'


Uperto (o ‘el Rober’) es el babuino que habita la jaula contigua a la del Mono Majestuoso. El mono Uperto le da al diente con singular insistencia y con persistencia admirable. Rondando
las 9:30 am, Uperto ya se va fijando en los menúes y panfletos que guardamos a fin de evitar la vianda casera o de descansar del plátano reiterativo. Uperto suele desayunar media docena de empanadas procuradas en lo de Apu, surtidas (Apu es el morocho que tiene un maxikiosco/librería/juguetería/casa de comidas/nave interestelar/estudio de abogados/peluquería/puticlub/diócesis justo a la vuelta de nuestro zoo; le pusimos Apu porque es morocho, tiene de todo y vende carísimo). ‘El Rober’ baja el desayuno con 2,25 lts de Couca Lite.

No es inusual que Uperto almuerce una pizza, ravioles, un sándwich de milanesa… Una pizza, Y ravioles, Y un sándwich de milanesa, con la asistencia de 2,25 lts de Couca Lite que facilitan el descenso de la ex comida hacia los más recónditos arrabales de sus intestinos. Luego apaga la luz y se duerme, tal vez soñando con unas empanaditas de Apu para la media tarde.

Es lógico suponer que de tanto cargar el cañón y de lubricarlo con un promedio de 6 litros de bebida gaseosa por día, los excipientes de Uperto sean reiterados, continuos y fastuosos. Digámoslo ya mismo: Uperto caga como un elefante con gastritis. Caga elefantes con gastritis. Luego de cada explosión, Uperto sube a la jaulita contento y sonriente, a veces comentando las vicisitudes del cotejo disputado por su parte menos noble, recordando a un joven Bernard Shaw, o a un Mark Twain medio pícaro; no es extraño escucharlo clamar con orgullo: ‘Me salió un bebé sosteniendo una pelota de basket’, o –ya con indeseable sinceridad- ‘Cagué dos cerebros petrificados’.

Las contras a la conducta de semejante gastrópodo son muchas comparadas con las ventajas: olor a comida en el ambiente cuando vienen otros monos, imborrables frenadas marrones en la losa, vida útil limitadísima del inodoro, reposición constante del papel higiénico, entre otras. La única ventaja sería que, en invierno, la temperatura de la tapa del inodoro es siempre templada, debido al uso non-stop.

Pero un día, luego de una de sus odiseas colónicas, ‘el Rober’ subió pálido a la jaula, y quedó con la vista perdida en la lejanía por unos momentos. Tras la consulta, sólo supo responder ‘Verón… Cagué a la bruja Verón…’ Ante la incredulidad, insistió en que bajáramos a constatar la ciclópea empresa: Uperto, muy supersticioso, se negó a jalar la cadena. Y allí estaba, como un ekeko nauseabundo profetizando con su violencia nasal. Reímos ante la anormal caca, y poco a poco Uperto fue relajándose también, tanteándose el asterisco de vez en vez que había quedado extenuado por el esfuerzo de liberar a Verón.

Pero nada fue igual desde entonces, desde la ‘expulsión’ del Verón escatológico. Uperto continuó deponiendo formas y efigies extrañas, a veces completamente ajenas a la interpretación, como aquella ocasión en que largó un ‘Fuck you’ íntegramente hecho de sorullos, o el terrorífico monstruo de mierda, que pobló las pesadillas de más de uno por mucho tiempo.

'Fuck You de sorullos', por Uperto

'Monstruo de mierda', por Uperto

Alrededor de un mes después del monstruo, comenzaron las letras. Como una porrista de bajísimo presupuesto, Uperto nos daba la A, nos daba la U, nos daba la T, pero todo en heces torneadas a modo de letras, como si en vez de tracto intestinal tuviese una manga de repostería entre sus cantos. Cansados de la diaria constatación, ‘el Rober’ comprendió que ya no nos resultaba gracioso y que sinceramente no nos agradaba bancarnos la funesta baranda que despedían sus mensajes, tan crípticos como nauseabundos.

'La letra 'O'', por Uperto

'La letra 'K'', por Uperto

'Caracter hebréo', por Uperto

Entonces comenzó a sacarles fotos. Y a enviarlas. En ocasiones expererimentábamos con él sin que se diese cuenta, echándole laxante a sus ravioles cuando se daba vuelta, o convidándole ‘chicle de menta’, a fin de sabotear el misticismo fecal. El resultado variaba ligeramente, ya que, como un soldado con una misión espantosa, su culo entregaba primero las místicas formas, para recién después rendirse ante la barbarie laxante.

'Señora agachada frente a un perrito', por Uperto


Llegado un punto –suspicaz- el Mono Majestuoso comenzó a sospechar que las letras despedidas por el generoso trasero de Uperto no fuesen simplemente un acto de fenómeno de circo sobrealimentado, que quizás hubiese un mensaje en ese discurso anal. Minucioso, comenzó a ordenar los numerosos mails enviados por Uperto que cuidadosamente almacenaba en ‘elementos eliminados’. El soberbio macaco quedó petrificado al comprobar que solamente faltaba una letra para completar la terrible revelación. Todavía tenía cubierta la boca por sus manos cuando escuchó, como una ola de mar rompiendo, el sonido del agua del inodoro arrastrando la profecía de mierda consigo. A las corridas bajo la escalera que reservaba el retrete a cautelosa distancia, y ahí el Mono vio salir, satisfecho y acomodándose los pantalones, a Uperto, con la cámara colgando de la muñeca.

_’¿Le sacaste foto?’

_’Sí… Me salió una ‘A’’

La temida, espantosa ‘A’, la que completaba el mensaje…

‘Mono, tu novia nos engaña’.

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