lunes, 23 de agosto de 2010

¡¡¡Se casó la prima!!!

o 'Mira cómo se menea'


Se casó la última, la que quedaba, mientras todos siguen esperando el casamiento del Mono Majestuoso que jamás va a llegar encendiendo velas, rezándole a San Antonio, a San La Muerte, al Gauchito Gil y a Gilda. No le fue permitido regalarles una sexta multiprocesadora para sumarla a las que ya tenían. En cambio, desde el interior del sobre amenazaban: ‘Deposite en X cuenta lo que guste, o sufra las consecuencias…’ La tarjeta rezaba ‘Señor Majestuoso y familia’, así que, tras varias vicisitudes vestimentales y mucho trueque de ropa entre gente de talla al menos similar, allá fueron.
Primero, la ceremonia, así que autopista hasta la bajada de Silver Avenue, y de ahí buscar la altura. La comitiva gira hacia donde indica el cartel y le da y le da y le da. Llegando a la provincia del Chaco, a alguien se le ocurre acotar: ‘Caramba... ¿no estamos subiendo?’ Upalalá, el cartel estaba dado vuelta. Varios días después, subsistiendo a base de mentitas, varios papelitos de peaje y la pelusa que se venía acumulando en el asiento de atrás, el Monomóvil alcanza la altura deseada. Ni bien llegados a la iglesia, notan que el 99% de la asistencia –incluído el simio- se trata de gente con impedimentos de belleza. Están todos: la que apesta a naftalina, la que sacó el oso muerto del placard y lo lleva a caballito y parece que están luchando, la joven morochona con zapatos estilo Minnie espejados que lucha por trepar los tres escalones de la entrada, enfundada como un leberwurst dentro de un vestido de lamé de gala, el borrego pequeño que se escapa de sus padres y anda corriendo entre el altar y la pila, y raja por la alfombra roja, el asesino de Versace, las pendeniñas que se están poniendo delinquibles, los pavotes de catorce que combaten el acné a las trompadas, el grasún del interior que hace acotaciones a los gritos y sin las ‘s’, la vieja que llora, y los Monos Majestuosos que se han encaramado en una columna y miran desde allí.
El ambiente es correcto e intimista; una mujer canta casi correctamente y el órgano le pone swing al evento acompañando el Ave María a ritmo de cuarteto. Aparece el novio, y al ratito se abren las puertas y entra la prima. Está contenta. La ceremonia transcurre sin mayores sobresaltos y sobrevivimos. Finalizando, el sacerdote, quien no ha estado casado nunca ni nunca lo estará, les da consejos a los recién casados de cómo tiene que ser el matrimonio y qué tienen que hacer y qué cosas evitar. Fichan, les toman declaración y las huellas dactilares, posan agachados junto a la pelota, suena el silbato y listo. Ya están abonados. Vamos para el relajo, caramba, que los niños tienen hambre y las doñas ya tienen sueño.

Ponemos unas latas y unas cáscaras de banana en el Mr. Fusion y se pone en marcha el Monomóvil con destino al salón de fiestas. En el semáforo de Guayaquil y Castro Barros (o la otra) hay un antropoide pasadísimo de paco dando saltos como si fuera el jefe de una tribu africana. ‘Eh algo que me de una moneda que le sobre eh para comer eh acá no discriminamo eh qué tené el coche blindado? eh deme algo acá no discriminamo, en mi barrio a lo que discriminan lo eliminamo eh’, esputa todo junto sin mediar respuesta. El Mono manotea una barra de hierro que lleva entre el asiento y la puerta. Este no es tu barrio, nene, y nadie te dijo nada. De repente, el antropoide se lanza sobre el auto que se encuentra en el carril continuo y directamente le echa un chorro de líquido espumoso sobre el parabrisas con un latigazo del escurridor, con violencia absolutamente gratuita. Franco ‘Tiradores’ Amansalva esa noche tiene franco; una pena. Llegan con pena y sin gloria.

La recepcionista indica el número de mesa: la mesa 1. ¡Epaaaaa, qué privilegiados, jugamos en primera! Subimos la escalerita cuando… ¡horror! Todos llegaron antes. Hay una mesa de fríos. La imagen es dantesca: caballos en el abrevadero, luchando a los codazos, empujando para comer lo más posible lo antes posible, haciendo cola para comer. El Mono Majestuoso siente que tiene que hacer la cola para recibir la caja P.A.N. No le gusta la mendicidad alimenticia, no le gusta comer de pie, no le gusta recibir seis millones de culazos. Se corre hacia delante, hacia atrás, hacia delante, atrás, al costado, al otro, adelante, atrás, al costado… el vals ya está cumplido, no vengan a jalar los balones más luego.

¿Viste en los casamientos el tipo ese que está en un rincón, que no baila, que lo vienen a sacar a bailar las tías, que no se prende en la ronda, que tiene otros gustos musicales y filosóficos, que está sentado tranqui llevándola lo mejor posible…? El amargo, bah. Ese es el Mono en un casorio cuando no conoce al 98,7% de los asistentes. Tiene el mismo humor que tendría alguno de esos asistentes elegido al azar si el babuino se pusiera a narrarle la posición de Nietzsche en cuanto al eterno retorno y la réplica de Borges sobre sus ensayos sobre el tema.
El catering es de calidad y la selección es muy buena y está bien preparada. Pero hay que recorrer la selva para servirse. Lo mismo en la barra de bebidas.
‘Hola, ¿qué te sirvo?’
_’Hola… ¿qué tenés?’ _
’Daiquiri, Gancia, jugos, tinto, blanco, whisky…’
_’Bueno.’ _
’Bueno… ¿qué?’
_’Dame tres de cada.’

Pasa un mozo; el Mono le hace una paralítica y le sonríe. Ese mozo volverá a pasar seguido…
Luego de un rato se descorre un telón para revelar el salón principal, donde están dispuestas las mesas. Vamos a la mesa 1, la nuestra, la de los elegidos… ¿estará un amor esperando por el Mono Majestuoso allí…? La respuesta no se hace esperar: la persona más joven sentada a la mesa tiene 64 añitos. Cantidad total de dientes, incluido el comedor del macaco: 52. El amor es esquivo. Dos pendeniños que resultan ser primos lejanos y son muy pero muy parecidos a Damien Thorne –que de ahora en más serán conocidos como el Dúo Profético- corren recontrasacados por todas partes. Hay heridos.


El Dúo Profético comienza...

Los novios son depositados en una tarima a la mitad del salón, aislados, para que los invitados puedan estudiarlos como si se tratara de una granja de hormigas y sacar sus propias conclusiones. Están ahí, solitos, mirando para todos lados; saben que van a tener que mantener esa sonrisa hasta que sea de día, y se han clavado sendos alfileres en la cara interna de las mejillas a tal efecto.

Pfffff… desciende un humo malvado. Pinta la musiqueta y se enloquecen las luces. No es Megadeth del primero… no es Van Halen con David Lee Roth… ni siquiera es Black Eyed Peas, joder… Son los Bacilos. Bueno, piensa el Mono, empezó la música temprano, mucho mejor; pasa el mal trago de disimular que uno se olvidó las muletas en el auto y que tiene menos gracias para bailar que Zulma Lobato, comemos y listo.

El Dúo Profético está fuera de control; los padres están escabiando en la mesa 6. Se avalanzan a la carrera sobre un puñado de globos y comienzan a despegar, rozando con las puntas de los pies las mesas por las que sobrevuelan. Un borracho arroja un pucho hacia los globos, le acierta a uno y salva el día; el Dúo Profético aterriza a salvo sobre una bandeja de saladitos.


La gente comienza a amucharse en el centro del salón, bailando y pasándola bien. En eso, un láser da contra una superficie brillante y llama la atención de los ojos del Mono.



El macaco la conoce... es su némesis... su Van Helsing de maceta... es... es... la Dancing Cincuentona. Lleva puesta la armadura completa; su estandarte es esa 'camisa con hombreras, de colores vivos y brillantes, porque los colores oscuros son para las viejas'. En este caso el color es ‘verde lagartija espacial de un futuro no muy lejano, metalizado’. Lleva zapatos de taco bajo, asegurados con clavos de 3 pulgadas a sus pies, los cuales intentan rebalsar por sobre el cuero como si fueran el relleno de unas empanadas de humita king size. Los zapatos saben la que se viene; se los ve tristes, pero soportando estoicamente, bajo unos tobillos del diámetro de un balde. Pantalón clásico negro, bien olgadito. Tiene panza y papada; es una señora normal. El peinado… claro… rulo mojado. Mojado y todo apenas llega a los hombros. Ese pelo no es siempre así; usualmente corresponde a una ama de casa, una buena mujer; ella ha elegido ese largo porque es práctico y conlleva poco mantenimiento para poder ser una buena madre y defensora de su hogar. Es una buena mujer, pero esta noche el Diablo ha ganado, y es el enemigo. Ya se la ve… va a agarrar cuanta mano se le acerque… va a bailar hasta con los mozos. Ha caído bajo el hechizo de Sauron, y la veinteañera que fagocitó esa mujer de cincuenta y pico susurra desde adentro, le dice que se divierta, le dice que es una fiesta, y que las fiestas son para divertirse, le dice que no sea amargada, le sugiere esos pasos de baile multipropósito que aprendió en los asaltos de 1981, le dice que está bien, que le está poniendo onda y que su actitud anima a los demás, que ella es la llama que mantiene vivo el jolgorio… La llama que llama. Ahí va.


Primero las manos al frente, en actitud ‘¡no disparen!’ y la cabeza gacha, alternando los pies hacia delante como si chequeara si pisó o no pisó, caderazo mediante; ahora la cabeza atrás, rulo mojado que da un mini latigazo, el mismo pasito pero hacia atrás, reculando, acompañando con ceño fruncido y mordiendo el labio inferior (cara de ‘feeling’), y repitiendo el cabezazo y la chequeada de los pepés. Adelante, atrás, wax on, wax off, cara de ‘qué hammmmmbre + preocupación’. El Mono conoce esos movimientos. Los vio en una película de Tristán, en la época en que había que pararse para cambiar de canal, y lo mejor de la programación era esa película de Tristán. Es el paso que invoca el trance que la obligará, aunque ya no tenga deseos de bailar, a seguir convulsionando ese cuerpo blando y cansado hasta que los del catering le den un bandejazo en la cabeza mientras se retiran. Es un paso de murga. Y nada hay más triste que una murga.

Suena la música y… ¡oh no! ¡La música dictamina lo que debe hacer! Entonces se escucha ‘…levantando las maaaanos, así…’ y la ex joven levanta las maaaanos así. Y moviendo la cintuuuura, así. Es el ritmo nuevo que traen para ella. Se ha convertido en un autómata. Ya no tiene voluntad propia y responde a los comandos más básicos. Si la música dijera ‘… así, poniéndose en pelooootas, así…’, ella se pondría en pelooootas, así. Y habría muertos y heridos. Un grupo de conocidos baila abrazado; van para adentro, van para afuera, ríen.
Ellos se están divirtiendo. La señora de al lado le toca el hombro al Mono Majestuoso. Se le acerca y le susurra ‘¡Mirá, mirá, cómo bailan, cómo se divierten. Mirá qué bendición es tener amigos… Yo perdí a todos los míos en la guerra…’ Señora… la puta que la parió, señora. Gracias por el recuerdo de la caída de Constantinopla a manos de los turcos. En eso Dios estornuda y, como una bendición pasajera, va bajando la música y el humo se dispersa. La tenés adentro, Passman.

Se acercan los carritos del servicio de lunch, prolijos y correctos. Traen algo, ya es un avance. Traen dos bastoncitos de mozarella rebosados, más un rulito de lechuga y de repollo cortado en Juliana. No han terminado de servir todas las mesas y los bastoncitos ya han desaparecido. Juicio y castigo, que aparezcan los desaparecidos. O que traigan más.

La señora de al lado, tan macanuda, se ha decidido a reventar la noche y se pide otra cervecita. Hay indicios de que ha reventado varias noches. Uno de los indicios es que, sin ningún disimulo, lleva sus dedos índice y pulgar hacia su boca, remueve su comedor artificial y lo mete en el vaso de cerveza. Acto seguido, caza al mono de la nuca y le zampa flor de beso en la boca mientras al babuino se le salen los ojos de las orbitas y comienza a convulsionar. Sin los dientes, el efecto sopapa se triplica. ¡MMMCHHSSSPACK! ‘Jijiji… ¡ay, esh hermosha la juventud… jijiji…!’ Madre de Dios…

Pfffff… desciende el humo malvado. Kerraaang clang clang… ‘Apa, eso es una guitarra…’, escucha el Mono, volviendo en sí. Todos se dan vuelta y aparece él, el ladri. El ladri se gana la vida con una laptop, un puñado de temas para fiestas versión karaoke y su guitarrita simil Fender color pus. Carece total y absolutamente de onda y de chamuyo, los cuales son vitales para el desempeño de su… labor… Prende su preamplificador, prende su simulador de onda y empieza. ‘Hola, ante todo muchas felicidades a la feliz pareja y blah blah blah y mi nombre es Pete Short y si quieren ponerse en contacto conmigo en peteshort.com y ahora vamos a ir a los años ’90 más precisamente al año 1993 y les voy a interpretar para ustedes una canción del señor Manuel Wirtz por la cual todavía sigue cobrando réditos ¿no es cierto? JE JE JÉ y dice MÁS o MENOS así…’ y recién ahí respira. Entre los numerosísimos pecados que comete, sin contar con su chomba amarilla y la funda de su celular asomando como un ano contra natura desde su cinturón, ataca a la pobre concurrencia con el atroz, el temido ‘Y DICE…’, arengando al grupejo pasado de alcohol y gases a que supla las partes que él no cantará. ‘¿Y QUÉ MÁS…?’ La empeora. ‘A VER USTEDES AHORA…’ y se descubre un nuevo patrón de imbecilidad en el genoma humano. ‘A VER ESAS PALMAS...’ y ya todo está perdido, no habrá redención para la humanidad; niños, agradezcan al enano ladri de chomba amarilla. ¡Gracias, ladri! La señora de al lado le manosea la pierna al pobre macaco en forma ascendente. ¿Franco ‘Tiradores’, where are you? La energía del Dúo Profético parece no menguar jamás, no tener límites. Sacadísimos, se paran junto al pitufo albino de la guitarrita y uno manotea el micrófono, mientras el otro toca air guitar y hace gestos sorprendentemente obscenos para su edad.


La ejecución es prácticamente decente; ya ha abusado de la buena voluntad de la gente en otras oportunidades. No así la performance vocal, pero bueno, la safa, y la gente quiere pasar un buen rato. Y así las cosas, el tipejo va masacrando clásicos de los ’80 y los ’90 hasta que… Toma el micrófono, y, sabedor de que siempre hay al menos uno en todos lados, insta a la concurrencia a que señale al bailarín de rock, ese que hay en todas las familias. Jijijí, jajajá, jujujú… allá, a ver si lo animamos con unos aplausos… Se pone de pie, se acomoda los pantalones. Es un tipo macanudísimo, buena persona, peinado uruguayo con caída a dos aguas. Valientemente se encamina hacia la pista, pero algo lo toma de la mano… Es su señora. ¿Adiviná con quién está casado? No, la hermana del Mono nada tiene que ver en todo esto. Se trata de la Dancing Cincuentona, sí sí. Y allá van, chochos, revoleando los tacos. Peinado Adosaguas tiene experiencia manejando maquinaria pesada a pesar de ser médico, y zarandea a la Dancing Cincuentona a gusto y piacere; el pitufo albino intenta sin éxito cantar en inglés ‘Sultans of swing’ y la pareja le da y le da, y de a poco se van animando algunos troncos más, revoleando sus respectivas gordas. Peinado Adosaguas no es un héroe, pero el Mono Majestuoso lo aplaude sinceramente: bien, Peinado, bien.


El ladri pide permiso a la feliz pareja para dedicar el siguiente tema a su ex mujer, y arranca con ‘desde que no tengo que cuidar tu cariño, oír tus caprichos, ya no sufro tanto…’. ‘Esa perra, JE JE y más JÉ’, la remata. Y la sigue con ‘Sooooomos los piraaatas, nos gusta la aventura, las noches de bailantaaaa…’ … ¿¿¿pero por qué no te ubicás, enano siome??? ¡Es un freakin’ casamiento! Finalmente el ladri es sometido por cinco mozos mientras grita que pueden contratarlo en peteshort.com y se lo llevan a la rastra para el lado de la cocina y se cierra la puerta tras ellos. Se escucha un alarido. A los veinte minutos vuelven los atentos y serviciales mozos del catering empujando sus carritos con el sospechoso siguiente plato. Se trata de unas papas a la crema con estragón, una lámina de batata frita para decorar, y un singular arrolladito… ¡Cómo hicieron rendir al enano! Está rico. Desde la cocina dirigen una mirada pícara hacia el Dúo Profético, quienes están improvisando una justa medieval con dos secadores de piso y dos carritos de catering… quizás marche un arrolladito Primavera…

Pfffff… vuelve a descender el humo malvado. El olor al execrable carnaval carioca es inminente. Va siendo hora de remover a la señora de al lado que está sentada a upa del Mono Majestuoso con un delicado y afectuoso cross de derecha y saludar a los novios. ‘Muchas gracias por haber venido! Yo sé lo que es para vos… vos sos como yo…’ _recibe el Señor Majestuoso. Traducción: ‘Gracias, posta; yo sé que sos un freak de la naturaleza, un antisocial del upite a quien ni siquiera conseguimos hacerlo bailar un mísero vals, a pesar de haberlo invitado diez veces. Arderás en el infierno por mal llevado y amargo, pero la verdad es que te agradezco haberte bancado semejante supositorio social.’ Te quiero, prima; fue difícil para todos. Sigue el sucundún sucundún; mientras bajamos la escalera, robamos un último vistazo: el Dúo Profético ha tomado de rehén a un mozo desprevenido, amenazando con abrirle el cogote de lado a lado con una de las láminas de batata frita y exige una jarra de Daikiri o ‘de acá no sale nadie…’

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